En el 1900 el carbón proveía aproximadamente el 95% de la energía primaria comercial (con excepción de la leña para calefacción). A finales del siglo XX, el uso de petróleo y gas redujo ese porcentaje a 25%. Pero la producción sigue aumentando.
Habida cuenta de las inmensas reservas de este combustible y de la demanda creciente de energía, el uso de carbón podría crecer, pese a los efectos negativos sobre el medio ambiente y la salud.
En un nuevo “avance” se reemplazo del carbón a leña por el coque (producido por la carbonización de carbones bituminosos de bajo tenor de cenizas y azufre en ausencia de oxígeno). El carbón alimenta esencialmente 2 actividades: la producción de electricidad y la siderurgia. Para la primera el carbón constituye la mayor fuente a escala mundial, alimenta el 40% de esta actividad. En la industria del acero se consume aproximadamente el 13% de la hulla producida transformada en coque.
La combustión de carbón libera dióxido de carbono (CO2), agua (H20), dióxido de azufre (SO2) (causante de la lluvia ácida) y óxidos nitrosos (interviene en la formación de la bruma fotoquímica, monóxido de carbono y partículas en suspensión). Esta combustión produce más C02 por unidad de energía que la del petróleo y el gas natural, siendo uno de los principales responsables del calentamiento global.
Esta comprobado que las personas que viven en la cercanías de plantas productoras de coque y quema de carbón sufren de afecciones respiratorias, cutáneas, irritación ocular y cáncer.
La quema de Carbón es la forma más contaminante de producción de energía tenemos que evitarla!
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