miércoles, 13 de junio de 2018

Argentina encabeza el ranking de niños obesos en América Latina


Según un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud), la Argentina encabeza el ranking de niños obesos en América Latina, el 9,9% de los niños menores de cinco años padecen el problema. Y es una cifra que va en aumento.


Junto con la obesidad aparecen otras enfermedades ligadas a la dieta, como la diabetes, el cáncer y otros padecimientos "menores" generados por faltas de nutrientes y excesos de cosas que no necesitamos (azúcares, sales, grasas).


Hoy comemos más porque nuestro cuerpo busca de forma constante los nutrientes que no tenemos y esto sucede porque dentro de la oferta donde compramos, este tipo de alimentos reales, que nos aportan los elementos esenciales, no se encuentran. Hay una teoría que dice que hoy comemos más porque nuestro cuerpo está todo el tiempo buscando los nutrientes que no tiene, por lo que este es un problema que nos mete en un círculo vicioso.


Comida diseñada en laboratorios, alimentos ultra procesados, es lo que ocupa el 70% de las estanterías de los supermercados, creando una falsa diversidad que nos está haciendo comer cosas que no necesitamos.


Es que cuando comemos papas fritas, una torta de premezcla, galletitas, pastas refinadas, panificados, en realidad estamos consumiendo todo lo mismo, pero con otra presentación.


¿Cuantos de estos "gustos" son generados por el mercado?


Al analizar las publicidades alimentarias, sobre todo las destinadas a los más pequeños, podemos notar que el eje central del mensaje está dado en el placer inmediato: en el "sabor". Que a la vez está cada vez más alejado de lo natural.
Los sabores que encontramos en una fruta o verdura fresca, recién cosechada.  Hay una fuerte tendencia a la homogeneización de los gustos (de hecho se considera fundamental en el control de calidad lograr reproducir el mismo sabor en cada producto fabricado), dejando de lado el efecto que estos productos producen en nuestros cuerpos. Y "educando" el paladar a ir en busca de sabores cada vez más extremos, más dulces, más salados, más grasosos. Produciendo así un efecto muy difícil de controlar en las personas con tendencia a la ansiedad y luego a la obesidad.


Las personas se guían por la publicidad, por el deseo, pero también por su presupuesto. La trampa está en el bolsillo. Comprar estos alimentos ultraprocesados es, en la mayoría de los casos, mucho más barato y sencillo que comprar un alimento real, cultivado por manos campesinas, libres de paquetes tecnológicos que los alteren.  


Existe una verdadera salida de este círculo tóxico y es un camino maravilloso, que nos lleva a descubrir nuevos sabores día a día y a ampliar el radio de nuestras costumbres alimentarias y nutritivas.


Eso viene de la mano de cambiar el valor que le damos a lo que comemos. Preguntarnos de donde viene este alimento que hoy estoy eligiendo, que procesos fueron necesarios para que hoy llegue a mi mesa, descubrir elaboraciones olvidadas, y disfrutar del momento de su preparación (que nunca es tanto como el mercado nos quiere hacer creer).


Ese tiempo le sumará el ingrediente fundamental que en todo alimento delicioso y nutritivo no puede faltar: el amor. Ahí está nuestro ingrediente secreto, que siempre hará de estos alimentos algo muy superior a lo que la industria y sus automatismos baratos puedan ofrecernos, por más maquillaje que le pongan.


Volvamos a valorar lo que ponemos en nuestros platos, la felicidad de la semana de encontrarse con frutas y verduras frescas, harinas integrales, legumbres, alimentos reales, libres de tóxicos, llenos de amor, listos para formar parte de las mejores preparaciones, las que haces vos con lo mejor.


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